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LAS HORAS DE LA PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
Las veinticuatro horas de la Pasión

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Meditaciones Sobre la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo.
Para acompañar a Nuestro Señor Jesucristo, en cada Hora de su Pasión

Por Luisa Picarretta, hija de la Divina Voluntad. 
(En proceso de Beatificación)



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Mensajes de Dios y la Virgen María (MDM)
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Por RORATE CÆLI -23/11/2014


viernes, 1 de abril de 2016



La bañera de agua hirviendo


¿Te imaginas que alguien te obligue a introducirte en una bañera con agua hirviendo? Impensable ¿no es cierto? Nadie en su sano juicio haría tal barbaridad. Las consecuencias de hacer tal cosa, sabemos son nefastas en el cuerpo. Aunque breve, el contacto del agua hirviendo en la piel nos provoca quemaduras severas, y que si son en el total del cuerpo pueden terminar con la vida de la persona.
Por el contrario, cuando tomando un baño placentero, se va añadiendo agua caliente a la bañera, poco a poco, sentimos una agradable sensación, pues al rato, el agua inicial va perdiendo temperatura, y agregar más agua caliente nos permite permanecer más tiempo relajados y disfrutando de la experiencia.
Dios ha hecho las cosas de tal manera, que sabemos cuándo parar de añadir más agua caliente, pues la sensación se torna desagradable al sentir demasiado calor en la piel. Y Dios también nos ayuda en la vida cotidiana, a través de las personas que pone alrededor de nosotros. Esas personas a veces nos hacen notar “que el agua está empezando a estar demasiado caliente” y es el momento de cerrar el grifo.
Ésto fue precisamente lo que ayer me sucedió a mi. Anoche, recibo un mensaje de un amigo a través de mesenger. Esa misma mañana yo le había mandado a través de watsap el último artículo publicado en la web. Cuando recibí el mensaje de mi amigo, me quedé asombrada: ¡Montse, el texto de la novena de la Misericordia que has utilizado en tu artículo ha sido manipulado (ahora ya ha sido corregido), no es fiel a las palabras que Jesús dio a Santa Faustina! Le creí enseguida, porque conozco a mi amigo, pero le dije con extrañeza: ¡Pedro, el texto lo saqué de EWTN! ¿Es posible que lo hayan manipulado en esta web? La tengo por una web de confianza. Mi amigo me contestó: He ido a la fuente, al Diario de Santa Faustina, porque la expresión utilizada “hermanos separados” no me parecía que fuera la utilizada por el Señor y me he encontrado con lo siguiente: en lugar de leer “hoy tráeme a las almas de los hermanos separados” me encuentro en el Diario las palabras que Cristo le dio a la santa y en realidad son éstas: “Hoy tráeme las almas de los herejes y de los cismáticos”.
Hermanos, esto me ha llevado a escribir este artículo, porque realmente me está preocupando bastante el tema de los eufemismos y de la “falsa caridad” que hace que no llamemos a las cosas por su nombre. Voy a poner varios ejemplos.
Uno se puede esperar una perversión en el lenguaje en ambientes no católicos. Por ejemplo, en el caso de la política. Vemos como no llaman a las cosas por su nombre, cuando con el aborto utilizan expresiones tan poco realistas como “interrupción voluntaria del embarazo”. En estos ambientes, es lógico que se intente suavizar el lenguaje, porque si dijeran las cosas como son, y llamaran al aborto asesinato, no podrían crear estas leyes inícuas que desean crear.
Lo más preocupante, es que esta perversión del lenguaje se use dentro los propios ambientes eclesiales, en las oraciones, en las homilías, en las catequesis y círculos de formación. No se si os ha pasado a vosotros. Se que no sucede en todas las parroquias o iglesias, pero yo me he encontrado en el momento de la misa en que uno tiene que pedir perdón recordando los pecados que haya cometido para poder empezar justificado la celebración, ver como muchos sacerdotes ya no emplean la palabra pecado. Emplean mejor, error, falta de amor, imperfección, mancha, yerro, flaqueza, torpeza…..que no siendo mentira, no nos permite entrar en el fondo de la cuestión, no nos hace humillarnos profundamente y  recordarnos que somos pecadores tal como canta David en el salmo 50:
5Pues yo reconozco mi culpa, salmo-50-7-728
tengo siempre presente mi pecado:
6contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.
En la sentencia tendrás razón,
en el juicio resultarás inocente.
7Mira, en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.
Lo mismo hemos visto en muchas ocasiones en el rito del Bautismo. Se han omitido en el momento de la Renovación de las Promesas Bautismales las palabras de “renunciais a Satanás, a todas sus obras, a todas sus seducciones” empleando términos tan difusos como “renunciáis a todo egoismo, a todo rencor, a toda falta de amor y generosidad…..” También, en las lecturas de la misa, he notado muchas veces que las traducciones no son siempre como en los textos originales, induciendo a confusiones o a falsas interpretaciones de la palabra de Dios. Quieren poner en boca de Cristo palabras que Él no ha dicho o ha dicho de otra forma, induciendo al error en los fieles quienes las escuchan y eso es gravísimo.
Es muy preocupante, hermanos, ciertamente. ¿Por qué no llamamos a las cosas por su nombre? ¿A quién le molesta que se llame pecado al pecado, hereje al hereje, cismático al cismático? ¿Qué interés oculto hay en cambiar las palabras? ¿Qué beneficio obtenemos de todos estos tapujos? Creo, sinceramente que todo esto tiene una finalidad y es anestesiar nuestras conciencias, hacer que nos de igual usar una palabra que otra, prefiriendo usar la más suave, para no “herir susceptibilidades”, para no parecer “los malos de la película”. Si por casualidad echamos agua hirviendo en las conciencias, si llamamos a las cosas por su nombre, podremos “desvelar, rememorar” cosas poco agradables, podemos iluminar los rincones más oscuros del alma, y hay quienes no están dispuestos a remover en esos recodos, en esos escondrijos.
Alguno me dirá: ¿Qué diferencia hay entre llamar “hereje o cismático” a una persona o llamarla “hermano separado”? Sencillamente, es más duro el primer término, es el “agua hirviendo” que a uno le hace reaccionar y orar con fuerza para el regreso a un solo rebaño del hermano que no está en comunión con la única verdad que puede suponerle la salvación eterna del alma.
Por eso, creo que detrás de esta perversión del lenguaje dentro de la Iglesia, está el demonio, llamando a las cosas por su nombre, hoy que muchos dentro de la propia Iglesia o no creen en él o no se atreven a nombrarlo como tal (no vaya a ser que asustemos al “personal” y no vuelva más). El diablo es quien saca partido de todo este montaje de palabras huecas,  porque es el padre de la mentira, y no hay peor mentira que la que se camufla de verdad, por lo pernicioso de ésta. Va quemando poco a poco, como en la bañera templada, cuando añadimos el agua caliente, si no cerramos a tiempo el grifo. Va quemando como cuando tomamos el sol en la playa. No percibimos la quemadura hasta que ya es tarde, cuando por la noche se manifiesta en nuestra espalda el ardor y escozor del sol que ha irradiado durante el día, sin molestar por la mañana, pero que es insufrible de noche.

Agradezco a mi hermano Pedro su corrección, y doy gracias por tantos hermanos que día a día me ayudan a perfeccionar el trabajo que Dios permite haga. Porque tal como leemos en el Evangelio de Juan 8, 31-32:e.

 Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en Él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.

Montse Sanmartí.

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